No podré ver una vez más
la extorsión que comete cada manzana
ahí,
dormidita
y grande.
Y esos dientes líquidos y sucios
recolectando cada arroyo
bochornoso y carnal
o esa lengua que
por no pedirme
asesina.
El hueco del estómago se convirtió en nada
una estrella
explotadora
la manzana que
se orea
los dientes que lamen
o la lengua que
da muerte.
viernes, 8 de agosto de 2008
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