y me vuelvo Ariadna, cuando escucho de lejos el oleaje de palabras
Busco tu frente y encuentro tu voz
las huellas del mar en tu espalda
la lucha terminó con nuestro aliento
recuperas tu razón y me das la vida
me envuelves en el laberinto falso y yo agonizo
las estrellas predicen, ciegas, la unión de las riendas: seguiremos un mismo camino
ese camino que se embona, separa y luego nos junta a carcajadas falaces
y plegarias
la línea que nos divide se mueve tres pasos
cada vez, en desorden sin dirección
como un movimiento del prófugo suelto, se balancea al compás de las risas y los llantos que recuerda y que luego olvida
No hay nada como caminar en las tinieblas, respirar la obscuridad,
reconocer tu voz, probar tu libre cabello, leerte en braille
y volverme tu minotauro para darme cuenta en medio del laberinto que nada de esto es cierto
aunque la yugular se encuentre expuesta a la faena del torero, esta vez prefiero ser mortal
y olvidar las cuántas cicatrices que aguardan detrás de la nuca,
el blanco metal hurgando
mi carne tierra adentro
y mi corazón expuesto al festín de tu alas.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario