Se fue volando. Le conté a mi abuela que esa mujer se fue volando el mes pasado, cuando yo me encontraba allá, del otro lado. Mi abuela siguió sentada en la silla de ruedas y miraba cómo
pasaba la gente del otro lado de la calle.
-Sí abuelita, ni sé por qué.-Dije. Mi tía me interrumpió con el siguiente comentario:
-¿Sabía que los aviones despegan y aterrizan cuando el aire va en su contra?- Negué con la cabeza.
-Sí, Sue, continuó- Si el aire va de norte a sur los aviones irán de sur a norte y así todos lo días. Yo no dije nada, me quedé pensando en los aviones y el gran esfuerzo que les costaría hacer sus maniobras contra el aire como nosotros cuando corremos o caminamos o simplemente estando en contra del aire, cómo quiere elevar nuestros cuerpos y tragárselos para luego dejarlos flotando o mínimo caminando del otro lado.
-Así es hija- y mi abuela interrumpió mis pensamientos –el vecino de la vuelta no trabaja, todo el día se la pasa en su tejado y si acaso baja es para mover sus camionetas, no trabaja, se la pasa bostezando, pero su esposa sí trabaja hijita, se va manejando en aquél- y señaló el vehículo verde que se encontraba frente a su casa. Yo miré a mi tía que tomaba apuntes, todo el día traía una curiosa libretita, la llevaba a la cocina, vaciaba un chorrito de aceite y en la otra mano su libretita, iba al baño y en otro lado su libretita, juntaba nueces del jardín y al lado su libretita.
En dicha libretita no hacía otra cosa que anotar todos los aviones que pasaban durante el día, tenía registros completos, el número exacto de vehículos aéreos que pasaban encima de la casa y se escuchaban, acomodándolos en grupos de a 10 minutos ¡libreta llena de palitos!
-Hija- le dijo mi abuela a mi tía- ¿Por aquél camino si puede pasar la gente o es privado? Y señaló una estrecha veredita que se perfilaba hacia el final de nuestras vistas. –Sí mamá, contestó mi tía –¿Qué no has visto a las señoras caminando?.. Ay pero qué ocurrente mamá, ¿Tu crees tu abuela?- me lo dijo con una sonrisa cuasi alegre.
Hubo un silencio aborregado. Dicha ausencia de palabras fue interrumpida por una simpática sonrisa de mi tía -¿De qué te ríes?- pregunté- De que las flores del libro de tu abuela parecen a las flores del jardín que todavía no se abren por completo y también de aquella niña que usa el paraguas cuando está por morir el sol.
Suspiré un poco y supe que no podría contarle a mi abuela y a mi tía que aquella mujer que no me es indiferente se fue volando, en un globo rojo reluciente; estás volando en un globo de papel mujer indiferente.
2 comentarios:
Jajajaja, se nos van volando, más bien es así.
Un beso, Paty.
si, caray, todo esta parado en los cables o en los arboles o comiendo o cantando y de pronto se van volando..!
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